lunes, febrero 18, 2013

Yo pensaba que deje la casa en que crecí en Peñalolen, a los 14. Es que el paso por Holanda fue más bien desapercibido y huído, y ya está bastante lejano. Carlos Antúnez fue un segundo hogar, además que F. pensó y nos hizo creer que lo sería mil años. Era mi casa, y a mi comuna de viejos y fachos ya le había agarrado cariño, descubrí que no era ni tan de viejos ni tan de fachos. Además supo ser bastante multifacético fisicamente y en nuestras vidas. Hace un rato, cuando ya eramos solamente F. y yo,  se dio cuenta que Carlos Antúnez no era la indicada y nos vinimos a la de transición, esa, cinco pisos más arriba de donde la veci.  Tuvimos que apretarnos para entrar y lo hizo hasta el tiempo. Fue una transición de cartón y se despide así convertida literalmente todo en cartón, lista para el camión, el conteiner, valparaíso, el barco y el viaje. Para llevarse al fin lo que hizo en todas estas partes, la casa en que crecí.